viernes, 20 de mayo de 2016

Rapún


          Estamos ante uno de esos núcleos que, después de años de silencio y abandono, consiguió resurgir y comenzar una nueva andadura. Fue abandonado por los moradores de sus cuatro casas originales a mediados de la década de los 60 del pasado siglo. Esto fue como consecuencia de la fuerza fagocitadora de la incipiente y muy proxima población de Sabiñánigo, debido a su gran expansión industrial durante aquellos años. Hasta allí se fueron a vivir la mayoría de sus habitantes aunque también hubo una casa que marcharon hasta Huesca. El nombre de aquellas casas eran: Casa Juandeara, Casa Tejedor, Casa Nueva y Casa López. Los habitantes de las tres primeras casas abandonaron Rapún en 1965 mientras que los de Casa López ya lo habían hecho en 1966. 
Aspecto que presentaba el pueblo de Rapún hacia 1965. Foto: Colección Emilio Ramón
          Durante muchos años las casas de Rapún quedaron expuestas al lento pero irremediable paso del tiempo. Ese proceso de deterioro hubiera seguido su ritmo natural de no haber sido por un serio percance acaecido en 1972. Ese año se prendió fuego, en circunstancias nada claras, el interior de Casa López extendiéndose rápidamente el fuego por toda la casa.  El incendio fue sofocado aunque algunas de las construcciones adyacentes quedaron también afectadas por el fuego. A partir de ese momento y con el objeto de evitar futuros riesgos, los dueños de las casas decidieron allá por 2004 derruir las construcciones que, aunque cada vez más deterioradas, todavía permanecían en pie.

                Identificación de alguna de las casas que conformaban el núcleo original de Rapún.                  Foto: Colección E. Ramón
          En la actualidad, aquél abigarrado y a la vez armonioso conjunto de casas y bordas sigue siendo un montón de escombros conformado por piedras, maderos y vegetación. Durante los años del boom urbanístico de este país, algún proyecto especulativo llegó a cernirse sobre Rapún aunque, afortunadamente, no llegó a cuajar. A pesar de los dicho, desde hace ya más de quince años, este pueblo está dando muestras claras de recuperación. Varios de sus antiguos vecinos han rehabilitado algunas construcciones y tienen aquí su segunda residencia.
Aspecto que presenta en la actualidad el núcleo de Rapún. Foto: Archivo Cartagra

          Aunque los primeros en asentarse en este pueblo fue una joven familia sin vínculos con el mismo. Sucedió en 1999 y llegaron atraídos por el precioso entorno que rodea al mismo. Practicaron la autoconstrucción consiguiendo levantar sobre una vieja borda una de las primeras casas bioclimáticas del Alto Aragón. En ella primó el empleo de materiales autóctonos, las técnicas tradicionales o el aprovechamiento de la energía solar y eólica. Además, esta misma familia puso en funcionamiento en 2005 un coqueto negocio de turismo rural ecológico en el que priman el confort y la tranquilidad de los visitantes. Quien pueda permitírselo, y me refiero a disponibilidad de tiempo más que a una cuestión estrictamente económica, seguro que obtendrán una experiencia más que gratificante alojándose en Casa Rural Mallata Rapún. Os confieso que merece la pena conocerlo...
PD.: Mi agradecimiento a Emilio y Begoña por las facilidades proporcionadas en la
        preparación de  este post.

2 comentarios:

  1. Maravillosa entrada esta que publicas mostrando el pasado y el presente de esta pequeña localidad. Elocuente es el contraste entre las fotografías antiguas y la actual.
    Sabiñanigo fue el causante de la emigración de las gentes de Rapún y seguramente ahora ha sido también el "culpable" de que se haya vuelto a recuperar dada su cercanía y la mejora de los accesos.
    Los hijos de los que se fueron han hecho el camino a la inversa que un día hicieron sus padres.
    Me ha encantado esta entrada. Son de las que me gustan. Enhorabuena Carlos.

    Un abrazo.

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  2. Hola Faustino:
    Me alegra saber que te pasas por mi blog y que además te gustan las entradas. Será cuestión de seguir a pie del blog aunque no siempre hay tiempo... y otras veces también faltan ganas... Ah¡ y muchas gracias `por tu comentario
    A plantar fuerte
    Carlos

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